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Comentario y análisis de películas
pués. Joven y palpitante, Chicago evoca los años 20 ameri- Referencias bibliográficas
canos y ha sido constantemente recordada en el cine como
Collins, Jim (30 de septiembre de 2015). Chicago’s violent crime
cuna de la violencia sindical y mafiosa, tan convenientemente
makes its poor financial situation even worse. Forbes http://www.forbes.
unidas en la ciudad. com/sites/greatspeculations/2015/09/30/chicagos-violent-crime-
makes-its-poor-financial-situation-even-worse/#6879b34f27ee
Chicago es además una ciudad conocida por la violencia de las
http://heyjackass.com/ HeyJackass! (20 de febrero de 2016)
bandas, que es un hecho social puramente juvenil. Es increíble
que una de las mayores lacras que ha tenido EEUU no haya
C. Howell, James y P. moore, John (2010) History of street gangs in
tenido más impacto político. Grupos de jóvenes se juntan y the United states. National Gang Center Bulletin, 4.
arman para matarse entre ellos defendiendo callejones y pistas https://www.nationalgangcenter.gov/content/documents/history-of-
de baloncesto. Las consecutivas crisis que hundieron a amplios street-gangs.pdf
sectores de la población estadounidense desde 1973 y la irrup-
ción de las armas automáticas nos puede situar en finales los
80 como punto crítico para el aumento en número de bandas y
en violencia, aunque los números ya arrojaban cifras altamente
elevadas desde los 60. Para hacernos una idea pensemos que
no fue hasta 1994 que se intentó poner freno legislativamente
a la presencia de armas automáticas en las calles. Pero el resul-
tado del “Public Safety and Recreational Firearms Use Pro-
tection Act” fue a todas luces insuficiente: El último recuento
de 2015 lanza un total de 506 homicidios y 2552 heridos de
bala en el área de Chicago.
Bad boys es una película con un relato íntimo y personal, no
ofrece una visión general ni es un documental de las bandas
callejeras. Gran parte del encanto del filme es que los jóvenes
sean los verdaderos protagonistas, tanto en el casting como en
la visión que la cámara nos ofrece. Los adultos apenas apa-
recen y en ocasiones casi ni tienen frases en el guión; padres,
guardias, policías y jueces aparecen en la pantalla y tienen tan-
ta revelación como si estuviésemos en la mente de uno de los
jóvenes protagonistas, sobran en su mundo. Uno de los guar-
dias del correccional, que a la vez ejerce de profesor, es el único
adulto que en ocasiones intenta adentrarse en el mundo de los
jóvenes. Pero su presencia es muy anecdótica y apenas consi-
gue marcar una diferencia. El resto de los adultos se debaten
entre la indiferencia, la frustración y la apatía. Me atrevería a
condensar el mundo adulto en las sonoras palabras del juez
que manda a O’brien al correccional: “Estás protegido por la
ley, tu estatus juvenil me impide imponer el castigo que mere-
ces.” Escuchadas sin pestañear, habrá que esperar al final para
escuchar la contestación de O’brien.
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