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Comentario y análisis de películas
Pese a los problemas del guión para evitar recorrer ciertos desentienden de los trapicheos y humillaciones entre reclusos
lugares comunes del género carcelario, la mirada hiperrea- veteranos y novatos, entre fuertes y débiles, entre bandas y so-
lista a estos adolescentes desbocados consigue fascinarnos e litarios. Así la jaula adolece tanto de seguridad y control, como
incomodarnos a partes iguales. Su crudeza consigue que nos de comunicación y comprensión, desembocando todo ello en
revolvamos en nuestros asientos, los gritos de ira rezumban los señalados arrebatos de furia y violencia.
en nuestros oídos, la saliva que sale despedida de sus bocas
nos alcanza desagradablemente en la cara –mención aparte El remedio se convierte en el peor trastorno para esos jóvenes
requiere la gélida y oscura fotografía de Andre Chemetoff –. reclusos. Los que sobrevivan mudarán en alimañas aún más
Y no por ello la cinta deja de ser terriblemente emocionante y peligrosas. Los que salgan del reformatorio nunca serán capa-
disfrutable. No importa que sea una historia dura que, de al- ces de incorporarse dócil y pacíficamente en la sociedad. Toda
guna manera, ya hemos visto antes; Dog pound desborda ener- esperanza de rehabilitación queda en entredicho.
gía y nervio en cada plano, alcanzando en ciertas escenas un
clímax realmente revulsivo. El director lo narra con tal pasión Los aullidos de rabia de Butch son, en definitiva, un grito de
y eficacia que consigue atrapar al espectador, ya incluso desde alarma del autor hacia el modo en que las estructuras de poder
la primera secuencia presentando a los protagonistas: Davis y gestionan la problemática de la delincuencia juvenil. El pro-
una joven intercambiando fluidos y drogas, Ángel robando un pio Kim Chapiron afirma: “Dog Pound tiene sólo un mensaje:
coche con agresión incluida y, especialmente, Butch asaltando encerrar a los jóvenes en una prisión no es la solución. Esta
salvajemente al oficial de un correccional. película es un espejo que uso para mostrar hasta qué punto
este proceso es un desperdicio. Mezclar a aquellos a los que
Por desgracia, en su apelación al dramatismo visceral acaba todavía se puede salvar con los que conocieron una realidad
eludiendo una necesaria y mayor profundización psicológica espantosa es una negación de la civilización”.
de los personajes. Más allá de las causas de sus respectivos in-
ternamientos y de sus circunstancias sociales, no conocemos Cabe señalar la evidente influencia que recibe esta cinta de
nada de la vida y psique de esos tres antihéroes que segui- la durísima Escoria (Scum, 1979), de Alan Clarke, el contun-
mos por los pasillos; al contrario que otra obra del mismo año dente debut al largometraje del autor del realismo sucio del
igualmente recomendable, Si quiero silbar silbo, de Florin Ser- audiovisual. La película también documentaba la desespera-
ban, que precisamente se centra en los conflictos extra carcela- da experiencia de tres jóvenes ingresados en una prisión ju-
rios en los últimos días de condena de un muchacho. venil inglesa. Discriminaciones y vejaciones en dormitorios,
pasillos y aulas eran repetidas en un esquema muy similar
Pero si su arrebato audiovisual no resulta superficial es por a la producción franco-canadiense que nos concierne, con
la contundente crítica con la que lanza sus dardos; al fin y las evidentes diferencias de producción y estética que carac-
al cabo, revela las dificultades de la sociedad para encauzar y terizan la visión del realismo en el cine en dos épocas tan
reintegrar a esos jóvenes que, por las razones que sean, se les dispares. Y es entre sus diferencias en lo que los elementos
ha privado de su libertad y contacto con el mundo más allá ya señalados hacen destacar esta actual revisión no confesada
de esas paredes. Algo falla cuando hay que encerrar a un crío sobre la original.
como si fuera un animal, cuando la inocencia de la que parte
todo ser humano es corrompida por su entorno hasta el límite El mayor acierto de Dog Pound es un joven y desconocido re-
de concebirse como una amenaza para la sociedad. Todos estos parto de actores no profesionales a los que el director consigue
animales descarriados son mezclados sin lógica ni distinción sacar buen provecho. Adam Butcher (Butch), Shane Kippel
alguna, reproduciéndose de esta manera los mismos niveles de (Davis) y Mateo Morales (Ángel) se entregan con pasión a
abuso y poder existentes en la sociedad. En la cima de estos encarnar a esos jóvenes –gracias también a un guión abierto a
espacios de poder se encuentran los propios empleados de la cierta improvisación–, transmitiendo con veracidad la impo-
prisión, cuya metodología disciplinaria se entiende como des- tencia y rabia que experimentan sus personajes. Destaca tam-
potismo, sometimiento, desprecio e indiferencia por los pro- bién Taylor Poulin, quien interpreta a Banks, el matón de la
blemas de los internos. Pese a convivir en un mismo espacio, se cárcel, con la capacidad de violentar al espectador en cada apa-
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